Caballero de París, un personaje habnero que con su sana locura se robo el amor y la amistad de todo el que lo conoció.

La Habana tuvo su Caballero y era de París.

Este Caballero no vino de París , ni siquiera visitó Francia. Este noble llegó de España como muchos emigrantes de aquella época en busca de fortuna o por lo menos mejorar su situación económica y su verdadero nombre era José María López Lledín. 

El caballero de París, que era como él pedía que lo llamara, se convirtió en un símbolo de la ciudad de la Habana, este mítico vagabundo, no era un mendigo cualquiera, era  amable y cortés con todas las personas que se cruzaban con él, iba regalando sonrisas a los niños y  flores que él mismo fabricaba a todo el que se encontraba por la calle.

 

¿Dónde nació El caballero de París?

José María López Lledín, nació en el municipio de Fonsagrada, provincia de Lugo en España, el 30 de diciembre de 1899. Con 12 años de edad y deseos de comerse el mundo,  llega a la Habana el 10 de diciembre de 1913 en el barco alemán “Chemnitz”..

Se puede decir que en la Habana trabajo en todo, fue encargado en un tienda de flores, también fue sastre, vendió libros en una librería, ayudante en una oficina de abogado, refinó su estilo para lograr conseguir un trabajo mejor y lo logró fue camarero en los restaurantes de los hoteles Inglaterra, Telégrafo, Sevilla, Manhattan, Royal Palm, Salón A y el Saratoga. 

Todo parecía marchar bien en la vida del joven José María, pero sucedió algo que lo marcó para siempre.

El caballero de París, estuvo en prisión injustamente.

Fue acusado en 1928 y cumplió prisión en el Castillo del Príncipe en La Habana, por un crimen que no cometido. La mayoría de los reportes coinciden que José María perdió la razón y se convirtió en el Caballero de París, en el tiempo que estuvo preso.

Según su sobrino Manuel, el hijo de su hermana Mercedes, asegura que la causa de la pérdida de la razón del Caballero de París, se debió a que fue recluido en prisión injustamente por un crimen que no cometió, al parecer cayó en una depresión de la cual nunca se pudo recuperar.

 Nunca hubo una respuesta clara de José María López , ni de su familia sobre los motivos de la encarcelación y de el tiempo que pasó en la prisión, lo que si repetían en innumerables oportunidades que el Caballero de París era inocente. 

Algunos historiadores coinciden en sus investigaciones, que sí fue acusado injustamente, por robarle una joyas a una dama de alta aristocracia habanera, aunque él decía que era inocente,  creyeron más en  la versión de la dama que en su reclamo, el ser un simple sirviente su palabra y honradez se ponían en duda. 

José María, estuvo en la cárcel por un periodo de 6 años, su mente no pudo soportar la realidad impuesta y ahí perdió la razón. convirtiéndose en el Caballero de París. En 1934 es puesto en libertad, porque la dama en su lecho de muerte confesó que las joyas  las había empeñado para pagar una deuda.  

Se comenta que estando en la cárcel aprendió a hacer con plumas de aves, la antiguas y elegantes plumas para escribir, también en el presidio se presentaba como Papa, Rey o Caballero y daba interminables discursos. Al salir de prisión empezó a deambular por las calles, aunque mantuvo sus exquisitos modales, a pesar de su locura.

El Caballero de París, se aparecía, en cualquier momento y lugar de forma inesperada, frecuentemente se encontraba en el Paseo del Prado, en el parque cerca de la Plaza de Armas, en la Avenida del Puerto, en la inmediaciones de la Iglesia de Paula, en Parque Central donde a veces dormía en unos de sus bancos y en la esquina de 12 y 23. También perteneció a ese selecto club del bar Bigote de Gato, “Los Noctámbulos”.

No era muy alto, medía menos de 6 pies de estatura. Su pelo largo de color castano oscuro con algunas canas y lucia una barba sin arreglar, sus uñas largas y retorcidas por no haberselas cortados en largo rato. Estaba siempre vestido de negro, con una capa negra que usaba incluso en el verano. Cargaba  un cartapacio de papeles, y un jolongo donde llevaba todas  sus pertenencias.

Se paseaba por las calles y viajaba en guaguas por toda la Habana, conversaba con todo el mundo y discutía de la filosofía de su vida, de religión, política y las noticias del día con todo el que se cruzara en su camino. 

No aceptaba limosna de todo el mundo, solo de las personas que él conocía y a cambio le daba un obsequio que podía ser, una hoja de papel en forma de tarjeta coloreada, un lapiz adornado con plumas e hilos de colores, algo que saliera de su imaginación o una simple flor que extrajera de algun jardin. 

Decía que había estado casado con una señora que era secretaria de una compañía azucarera y que tenía un hijo y una hija, según el Caballero de París su hijo era locutor de una emisora de radio y vivía en Marianao, que la esposa y su hija habían abandonado el país. No se sabe si era cierto o era una más de sus fantasías creadas por su mente.

Los últimos años de la vida del Caballero de París.

Fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico de la Habana, conocido popularmente como Mazorra, el 7 de diciembre de 1977. Su internamiento no fue por que amenazara a nadie, ni que fuera agresivo, era por su estado físico deplorable. 

Allí lo bañaron y su pelo fue arreglado con una enorme trenza, por que nunca permitió que se lo cortaran. Le dieron ropa limpia, un traje negro como el que solia vestir y su alimentacion diaria.

En mazorra fue tratado por su psiquiatra el Dr. Calzadilla, después que le realizara  varios exámenes físicos y de laboratorio le diagnosticó un tipo de esquizofrenia llamada Parafrenia un padecimiento crónico de psicosis, es decir una ruptura con la realidad y aseguró que no padecía de alucinaciones.

El 11 de julio de 1985 a la edad de 86 años dejó de existir el Caballero de París, fue enterrado inicialmente en el cementerio de Santiago de las Vegas ubicado a las afueras de La Habana. Dos años después el historiador de la ciudad de la Habana, Eusebio Leal, trasladó sus restos al Convento de San Francisco de Asís donde hoy descansan. 

 

Frente a la entrada del convento, hay una estatua de bronce, creada por el escultor cubano José Villa Soberón, en recordatorio al célebre Caballero de París. Hay una parte de la estatua que se mantiene como nueva y es su dedo meñique, es qué tanto nacionales como turistas creen que si acarician el dedo del Caballero, te puede traer buena suerte y fortuna. 

Se dice que el Caballero de París estuvo vagando por las calles de la Habana por más de 40 años, lo que le sirvió para ganarse la popularidad y el amor de todos los cubanos.  

Rate this post
Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

2 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

No Pierdas Noticias o Historias Importantes. Subscríbe a Nuestras Newsletter.

Recomendado
   Con la huida de Fulgencio Batista en la madrugada…
Cresta Posts Box by CP